Somos del grupo los Salieris de Michael, le robamos melodías a él.

Con solo hacer un pequeño repaso a vuelo de pájaro sobre  la industria musical podemos notar que ella no es muy afecta a la innovación .Esta suele apostar  al camino seguro y arduamente transitado por otros, lo cual  genera un sendero musical trillado en el que se apela a fórmulas de antaño con algunos lavados de cara.

Esto no es nuevo pero se hace más evidente en estos últimos años  al observar que las leyendas de la música han abandonado este plano de la existencia a oleadas. Es ahí mismo donde las discográficas no solo ven la oportunidad de poder lucrar con la salida de nuevos álbumes inéditos de sus estrellas recientemente muertas, a su vez ponen en marcha sus “laboratorios científicos”  con el fin de poder clonar aquellas figuras que fueron referentes de la industria.

También es cierto que las empresas discográficas no se sientan a  esperar pacientemente a que sus estrellas pasen a mejor vida y es por ello que rápidamente ponen manos a la obra para subirse a la ola de lo que está de moda con claras intenciones de copiar a los artistas exitosos del momento, esto les permite  obtener un rápido éxito de ventas con la menor inversión creativa posible. Es así   que no fue causa de asombro la proliferación de boys band de finales de los 80 y principios de los 90 y tampoco lo es que este fenómeno aún  se mantenga vigente aunque en menor medida.

A las bandas masculinas de adolescentes con dotes para el baile de las décadas de los 80´y 90´se le sumó el surgimiento de estrellas pop femeninas emulas de Madonna. Las empresas por medio del marketing  buscaron por todos los medios convertirlas en la nueva brillante estrella joven en el firmamento del género. Dicha iniciativa muchos años después, y con distintos niveles de éxito, se materializo en con la aparición de figuras cómo Britney Spears  o Lady Gaga entre tantas otras.

I always feel like somebody’s watching me.

Las empresas discográficas siempre han posado sus ojos sobre  Michael Jackson y obviamente no lo hacían por una supuesta profunda admiración  al talento indiscutible del rey del pop. En realidad dicha curiosidad parecía estar más cercana al de un acto de espionaje  en el que se busca recopilar información “secreta”. Una vez obtenidos los planos se procedía con posterioridad a un proceso de fabricación en masa de artistas clónicos que le aseguraran un rápido redito económico a las empresas.

La estrella  del pop a su vez fue blanco de las comparaciones por  parte medios de comunicación de los años 80,  y es por ello  que estos atizaron todo lo posible  la confrontación entre   Michael Jackson y Prince. Aunque la rivalidad entre estos dos grandes de la música tuvo algo de cierto, más allá de la búsqueda mediática,  el verdadero foco de la cuestión se posó en la intención real de la industria en apostar a una receta que le asegurase producir artistas exitosos dentro del género de moda. Este fenómeno de marketing proliferó en aquella década a modo tal que algunos músicos eran más un producto perecedero que “artistas reales”, a modo tal que muchos de ellos se convirtieron en simples hacedores de one hit wonders o excelentes promotores de merchandising .

Todo me sirve, nada se pierde, yo lo transformo.

A través de los años la industria de la música ha dado  muestras  de estar muy ceñida a el postulado ley de conservación de la materia y esto ha generado que en aún en la actualidad se apele a la búsqueda del éxito comercial mediante a la  copia de artistas de otras épocas.

Es común que en el presente nos encontremos escuchando un  tema de la nueva estrella del momento en la radio, o en cualquier otro medio en el cual no se pueda ver al intérprete, y esta nos haga surgir un nombre que no se ajuste con el cantante que ejecuta el acto. Y esto se hace más difícil aun cuando el cantante en cuestión imita los rasgos estéticos de otro artista  cómo lo hace The Weeknd  en el videoclip “I Feel It Coming” , inmediatamente allí nos veremos  obligados a frotarnos los ojos mientras participamos del  juego de encuentre las siete diferencias . Ya sea solo escuchándolo o solo viéndolo el cantante canadiense hace todo lo posible para hacer uso y abuso de los yeites Michael.

Detenerse exclusivamente en el caso The Weeknd  puede ser un poco injusto ya que muchos otros han hecho caminos similares en las artes de la imitación cómo

Omarion, Justin Bieber, Jason Derulo, Ne-Yo, Chris Brown y Usher. A esta lista podríamos agregarles muchos integrantes  más aunque con alguno de ellos  deberíamos ser un poco más  justos  ya que aun tomando  cosas prestadas del rey del pop, cómo Bruno Mars y Justin Timberlake, no se quedaron en un proceso de pura copia que les impidiera poner su sello propio a aquello que hacen.

Con todo lo dicho el panorama puede  parecer un poco desolador pero suerte no lo es tanto ya que nuevas y originales propuestas musicales surgen día a día cual reacciones nucleares que modifican de manera sutil un mercado plagado de imitadores.

Deja un comentario