Esto podría tomarse como una especie de crónica fallida o una no nota en que el abuso de la primera persona y la falta de criterio se hará muy presente. Por esas cuestiones de la vida dentro de los quehaceres cotidianos uno debe asistir a ciertos compromisos, como por ejemplo visitar a un especialista para que te ordene las ideas. A estos vulgarmente se los llama psicólogos, otros ateos a estas figuras freudianas suelen llamarlos curanderos o charlatanes. Dejando de lado algún posible debate vayamos más a los bifes, la razón de este post y el porque de esta injustificada introducción.
Días atrás llego a mis manos una entrada para el Fashion Baires Capital de la Moda 2013 auspiciado por Silkey. En su momento mucha importancia no le di ya que esos tipos de eventos no son “de mi palo”. Por esa misma razón el ticket quedo perdido entre varios apuntes de la facultad y otros tantos papeles. De esa misma forma permaneció hasta la tarde del martes 21 en la que me volví a encontrar con él. A medio vestir y en una rápida y frenética búsqueda de la cámara de fotos, el folletito verde se apareció frente a mis ojos. Sin pensarlo mucho lo tome y salí corriendo porque se me hacia tarde. Por mis adentros pensaba: “si pinta me hago una pasada, la verdad no me convence mucho pero queda cerca de la psicóloga. Vemos que onda a la salida”.
A las corridas llegue a la línea E de subte y por medio de otras llegue surcando unos intrincados pasillos a la estación Catedral de la línea D. Tal era el apuro que ni tiempo hubo para guardar en mi morral el libro que venia leyendo, Operación Masacre. Luego de gambetear varias curvas, muchos cuerpos también, pude llegar al bendito vagón y hacerme acreedor de un asiento. La posición privilegiada me permitió volver a sumergirme en la lectura pero con algo en mente, debo bajarme en la estación Bulnes. Me había dispuesto bajar allí para fotografiar uno de los murales, más específicamente el de “La Telesita”. Aquella imagen pertenece a una leyenda popular santiagueña, la misma llego a mis oídos gracias a una charla que tuve con mi novia luego de escuchar un tema del Peteco Carabajal. Interesado por la historia y por las leyendas populares quería sacarle una foto para luego escribir algo sobre el tema. Mi intención de retratar ese mural rápidamente se vio truncada por la falta de tiempo y por la alta concurrencia en la formación del subte. Tanta que algún momento temí que parte de mi cuerpo siguiera, lo que quedaba del viaje, asomado por la ventana.
Luego de tanto viaje llegue a la estación de Palermo. Ya solo faltaban unos pasitos más para mi sesión, pero el reloj de mi celular me avisaba que llegaba 10 minutos tarde. Por eso me dispuse a apurar mis pasos. Aquí podemos hacer una elipsis o un movimiento tipo la película Memento y saltamos directamente al predio de la Rural , ya que a nadie le interesa lo que pasa en situación de análisis. Sin estar del todo convencido y luego de mucho dudar me dispuse a entrar pero luego de recorrer varios salones me di cuenta gracias a un amable señor de seguridad que había entrado al lugar equivocado, estaba en la exposición de al lado llamada Puro diseño. Luego de desandar varios metros y tratándome de sacar la vergüenza de aquel error llegue a la puerta que da a la calle Santa Fe. Allí me acerque tímidamente a un encargado de seguridad y le mostré la entrada, acto seguido le dije:-¿Es acá no?- No estoy muy seguro que pensaba el señor de mí. Pero por suerte no miro hacia arriba señalándome el cartel de casi 25 metros que se encontraba sobre su cabeza con una risa socarrona. Solo se limito responderme con un si, eso para mi fue un verdadero alivio.
Luego de pasar un gran salón sin ningún alma allí, no lo digo refiriéndome a la presencia de una modelo o diseñador, llegue a uno a oscuras en el que se podía ver a un saxofonista. Este iba de aquí para allá animando al público y el resto de su banda, un tecladista y un baterista, le hacían la segunda para entretener a la gente hasta el comienzo del desfile. Para ser sincero logro el cometido gracias a un par de pasos de comedia y alguna que otra participación espontánea del público. Lo que verdaderamente se agradece es una muy buena interpretación de Seminare, una que invito a que todos la acompañaran con sus voces.
Luego del largo espectáculo (tanto lo fue que casi salio a rastras el saxofonista del escenario), las luces se apagaron, casi todo quedo en silencio. Varios minutos sin pasar nada desataron los murmullos y las palmas en reclamo de que algo sucediera. Y ese algo era el desfile en sí y la aparición de las estrellas que fueron a ver. Para tratar de apaciguar un poco las aguas empezaron a proyectar un institucional en las pantallas. Pero eso tenía gusto a poco y las palmas empezaron a sonar más fuertes, a estas después de un tiempo se le sumarian tímidos gritos. Fue ahí cuando lentamente, luego de la insistencia del público, dos siluetas salieron de la oscuridad para ser iluminadas progresivamente. Estas eran las figuras de Jorge Rial y Fabiana Araujo. Ellos se encargaron de llevar el timón desde aquí y hasta el final el desfile. Luego de un par de explicaciones sobre la razón de este encuentro dieron paso a la Legrand, la que sin perder tiempo se quiso hacer dueña de la escena. Y es aquí que por medio de chistes, y no tanto, saltaron un par de chispazos con su buen amigo Jorge Rial.
El desfile comenzó con una performance de baile como esas que se pueden ver en los teatros de revista. Bailarines y bailarinas de atuendos en rojo furioso se mataban para mostrar lo que sabían. Luego estos les dieron paso a Mariana Antoniale e Ingrid Grudke. Que intentaron mostrar sus dotes en la danza. Pero en verdad lo que hacían, sin animo de ofender, se asemejaba más a los movimientos de brazos que hace alguien cuando se esta ahogando en la Bristol. Después de un par de aplausos, y un par de risas entre dientes, comenzó el desfile de las luminarias.
Es aquí donde uno debe hacer un mea culpa o varios por las marcadas falencias. El primero es el no haber tenido un bloc para tener mayor precisión sobre los datos. El otro, no haberme fijado cuanta batería tenía la cámara y el último es la escritura. Para los dos primeros tengo una excusa que luego relatare, para la última no tengo ninguna.
Al comenzar a escribir deje ver que no estaba preparado para la ocasión. Tal es así que en un momento luego de conseguir un lugar privilegiado para obtener unas buenas fotos mi cámara empezó a mostrarme que me estaba quedando sin batería. Por esa razón muchas de las fotos parecen sacadas desde el Planetario. Sobre lo del bloc de notas me hubiese ayudado a retener nombres de las modelos que en general para mis son desconocidos. También este me hubiese permitido saber cual era la razón (con un posterior chequeo de los nombres) de la notable muestra de afecto del público con ciertas personas en la pasarela. Aunque obviamente era más fácil entender los gritos y aullidos cuando por allí desfilaban los modelos masculinos con sus implacables trajes. Volviendo al desconocimiento de las estrellas, en muchas ocasiones las cámaras de televisión enfocaban y trasmitían en la pantalla gigante las imágenes de un par de personajes que deberían ser famosos. Pero al no ser ni Xavi o Messi yo me quedaba absolutamente afuera. Seguramente eran grandes diseñadores, pero no del balompié.
En fin, hubo muchas cosas. Ropa de hombre, de mujer, tipo de fantasía, sport, sustentable, conductores y algo de Glam. Mucha modelo amiga del gimnasio y de las operaciones (ustedes decidirán de que lado esta cada una): Ingrid Grudke, Magali Montoro, Lara Bernasconi, Karina Jelinek, Jesica Cirio, Alejandra Maglieti, Debora Bello, Mariana Antoniale y Solange Cubillo, entre otras. De los chicos no se los nombres pero tampoco creo que le importara a las allí presentes, o tal vez si para googlearlos. A pesar de los chistes malos no me desagrado el evento. Solo que decididamente yo ahí era un outsider, alguien que no sabe del tema y que por la mi fortuita aparición en el desfile produjo una crónica fallida. Mejor dicho una no nota de moda o simplemente solo una muy mala.